miércoles, 23 de septiembre de 2015

Los mayores, son los principales enemigos de su sexualidad.



Publicado el 09 de septiembre de 2015 - 5:59 por Miguelina Terrero
miguelinaterrero@hotmai.com
e-mail: redaccion@elnacional.com.do

El principal enemigo de la sexualidad de las personas mayores son las mismas personas mayores, en el momento en que se empeñan en vivir una negación de sus propias capacidades para tener una actividad sexual cotidiana.

La afirmación es del doctor Manuel Lucas Matheu, sexólogo español y especialista en medicina familiar y comunitaria, quien explica que esto a su vez está reforzado por mitos e ideas erróneas, sobre la práctica desaparición de la sexualidad en los mayores, lo cual es absolutamente erróneo, aún teniendo en cuenta los descensos fisiológicos que el envejecimiento conlleva.

“Por otro lado el modelo estético dominante, margina claramente estas personas, lo cual no suele ocurrir en otras culturas, y por último el rechazo a la sexualidad de los mayores, que muchas personas muestran con más o menos dureza, y que disuaden a los mayores a expresar libremente su sexualidad” detalló el experto, quien expondrá en un desayuno organizado por el Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (Pacam) el próximo 8 de octubre.

Matheu, quien escribió un exitoso libro titulado “Sexualidad madura” dice que se refiere cuando menciona esta etapa, a las personas que pasan ya de 65 años, cuya sexualidad define como “la erótica del otoño”.

Mayor serenidad y menos ansiedad
“Es una erótica que podría estar enriquecida por una mayor experiencia, una mayor serenidad y una menor ansiedad de rendimiento. Y sobre todo porque la disponibilidad de tiempo, supone un aumento de las oportunidades, de disfrutar de la sexualidad, sin prisas, sin agobios horarios y el cansancio propio de una vida laboral intensa”, define.

Para el experto esta erótica del otoño, podría ser, si no existieran tantos tabúes, mitos y concepciones erróneas, una época dorada de una sexualidad diferente y generadora de salud y bienestar.


El sexo a plenitud, en la edad madura.

A la interrogante de qué aconseja a los maduros para que se decidan a disfrutar a plenitud de su sexualidad, dice que en primer lugar no hagan caso a las predicciones agoreras del declive de la sexualidad con el envejecimiento.
Explica que es cierto que este envejecimiento puede acarrear enfermedades crónicas, pero no siempre envejecimiento es igual a enfermedad.
Además- dice- que aunque estas aparezcan, la sexualidad puede ser un importante instrumento rehabilitador.

“En segundo lugar, nunca es tarde para cambiar. Y cambiar un esquema de relaciones sexuales, reducido y enredados en los genitales, falocrático y demasiado masculino, exigente, ansiogenizante y casi gimnástico. Y cambiarlo por una sexualidad más de piel. Más encaminado a satisfacer la sed de piel, que los humanos sentimos intensamente desde que nacemos hasta que morimos.

El predominio de las caricias y los besos, sobre los esfuerzos de coitos agotadores y repetitivos”, dijo.

¿Y cuando deja el sexo de ser importante?

El profesional de la conducta recalca que a ninguna edad el sexo deja de ser importante.
“La sexualidad es una dimensión fundamental desde el mismo momento del nacimiento, hasta que morimos. Y me refiero a esa sexualidad, no tan genital, a esa sexualidad de las caricias y los abrazos que tanto nos reconforta a cualquier edad o en cualquier situación”, concluye.

El dato
Un encuentro con Matheu
El doctor Manuel Lucas Matheu expondrá su experiencia sobre el tema “Sexualidad de la niñez a la adultez”, el jueves 8 de octubre, a las 8:30 de la mañana, en un desayuno profondos a beneficio del Pacam, que se realizará en el salón Gran Embajador, del Hotel Embajador.

Los interesados pueden llamar al 809 5331813. El experto es además presidente de la Sociedad Española de Intervención en Sexología (S.E.I.S.), secretario general de la Academia Internacional de Sexología Médica (A.I.S.M.) y miembro de la Comisión Académica del Máster Oficial Sexología de la Universidad de Almería, España.

Apunte
Sus libros
Manuel Lucas Matheu, ha escrito además los libros
“Introducción a la sexología clínica”,
“Sed de piel ¿feminizar el futuro?”,
“Los procesos de sexuación: niveles
Biológicos”, “Invitación a una sexología evolutiva” y
“Manual Médico de Terapia Sexual”.

Una escalera... nada más

Una escalera. ¿ Es eso ciertamente lo que asombra?
Que no suba ni baje.
Una escalera inmensa, profunda, enhiesta y nada más.
Una escalera. ¿Eso?
Allí, donde reinvente la historia su comienzo y se laven la sangre y dolor sus instrumentos.
Un aire limpio. Azul.
Una nube que toque sigilosa el sendero. Sin saber desde cuando. Sin saber hacia donde.
Que no suba a ningún astro.
Que no baje a los infiernos.
Una escalera para caminar de revés al mismo sueño.
Que no suba. Que no baje. Que no este allí siquiera.
Una escalera. ¿Eso? Una escalera. Nada más.


Fuente: Miradas Paralelas
Autores: José Mármol / Ángel A. Martínez 
Página 12
Libro de poesía e imágenes, donado al PACAM con fines benéficos. 

martes, 22 de septiembre de 2015

Celos: ¿Justificados o infundados?

Los celos  han estado presente en la evolución de las especies hasta la aparición de la especie humana. Es prácticamente imposible no sentir celos cuando está  tan arraigado en nuestro código filogenético.
Pere Estupinyá, en su libro  La ciencia del sexo (2013) nos dice: ”Los hombres estamos predeterminados a sentir celos ante la amenaza de una posible infidelidad sexual”.  Como humanos  debemos reconocer, comprender y aceptar que en  un momento inesperado de nuestras vidas podríamos sentir  celos.  Pueden aparecen ante situaciones que indiquen que la estabilidad de una relación está  afectada por la presencia de factores ajenos que vulneran la intimidad emocional. Nadie está a salvo de experimentarlos, por más que se oculten o se controlen.

La teoría de la personalidad dice que existen estilos distintos asociados a la historia de vida de cada persona, las experiencias tempranas vinculadas a la crianza y el apego, y el entorno en el que se desarrollan, lo que podría determinar un estilo de personalidad paranoide, el que se caracteriza por la ideación de que la pareja le puede engañar o traicionar en cualquier momento y con cualquier persona. Predomina la desconfianza. No encuentran justificación alguna para acusar a la pareja  de infidelidad. Los celos son constantes y rondan permanentemente en sus pensamientos.

Encontramos en la consulta  personas con conductas que rayan en la patología,  muestran  dudas, cuestionan, persiguen, atacan a las parejas exigiéndoles que confiesen sus amoríos con otras personas, sin que existan evidencias. Un tipo de persona pueda darse cuenta del absurdo de su comportamiento,  pero expresan no poder parar de pensar.  Otras, muestran pensamientos obsesivos e inflexibles al respecto.  
Aparecen conductas como: revisar la ropa interior  y la cama buscando evidencias de que la pareja se acostó con otra persona en su lecho. Las redes sociales son chequeadas constantemente. Exigen claves. Aparecen sorpresivamente en lugares de trabajo, en la universidad, en peluquerías, entre otros. Hacen preguntan capciosas, con la expectativa de que la pareja se equivoque para atraparla. Se mantiene el control, dado que se  cree que en  algún momento será encontrada la evidencia. Otros comportamientos suelen aparecer,  generando angustia y ansiedad, tanto en quien cela como  en la persona celada.
Los celos pueden volverse obsesivos y cíclicos con una pauta  y secuencia determinada. No se dan al azar. Aparece una supuesta sospecha, se buscan evidencias, se interroga, se revisa y luego  se explota. Luego, sobreviene temporalmente un espacio de calma aparente, caracterizada por pensamientos no expresados, reciclándose el comportamiento celoso.

Una persona en la consulta expresó: "No la celo con nadie en particular, pero sí contra todo el mundo". La persona que sufre de este tipo de celos  se siente atrapada en sí misma, reconoce el absurdo, pero dice no poder parar. Expresa que sus pensamientos le atormentan.
 Cree que toda persona que se acerca a su pareja es un potencial rival, teme que le guste. Denota una gran inseguridad y una angustia terrible ante el temor de perder  su amor. Teme que su pareja se enamore y le abandone. Este tipo de celos puede llevar a la persona celosa a cometer actos de ira, de violencia e incluso terminar con la vida de la pareja. No toleran la separación y no conciben su vida sin la otra persona. Estos celos responden a  rasgos de personalidad,  inseguridad y   dominación que intensifican el control hacia la pareja.

Es probable que las personas  con este tipo de comportamientos  sufrieran abandono por parte en su infancia de sus progenitores, maltrato infantil, incluyendo la negligencia emocional y otras experiencias que lesionaron la seguridad y la confianza básica.

En otro sentido, nos encontramos con personas que  podrían mostrar  celos temporalmente ante  los cambios de comportamientos de la pareja que podrían  evidenciar pérdida de interés, distancia afectiva, bajo involucramiento en las actividades de las parejas, denotando falta de compromiso e indiferencia sexual. La infidelidad no se ve, pero se siente, dice Walter Riso.

Toda relación posee en sí misma  pautas  establecidas y reguladas por  un mecanismo interno llamado homeostasis conyugal, que se manifiesta a través de la expresión afectiva, tiempo juntos, rituales, rutinas códigos sexuales y creencias compartidas, que si se alteran mínimamente, provocan en el otro un estado de alerta. El clima emocional sutilmente es afectado, provocando una reacción intensa en el otro que lo percibe.
En primera instancia puede pasar desapercibido, pero  si continua la alteración de la homeostasis, aparecerá la conducta de sospecha. La duda se acrecienta, los cambios se hacen más evidentes y dolorosos para la persona que percibe el distanciamiento, la frialdad y  la ausencia del otro. En la medida en que el equilibrio se altere, se intensifica la reactividad generando un malestar emocional que puede conducir a diferentes respuestas de celos.

Se levanta la sospecha, en consecuencia aparece el imperativo de saber lo que ocurre y hacia dónde se está dirigiendo la atención de la pareja. Quien duda y sospecha quiere saber la verdad. En esta fase la persona quiere develar lo qué está ocurriendo y está dispuesta a averiguar. Si no aparece una respuesta segura y confiable la reactividad aumentará. Aquí no estamos hablando de celos enfermizos sino de un celo como consecuencia ante una amenaza de una infidelidad.
Hoy día hablamos de infidelidad emocional, la que no implica necesariamente una infidelidad sexual, pero que genera las mismas respuestas. Igualmente, se hace insoportable que se dirija mayor  atención hacia una tercera persona distinta a la pareja con la que se compartan espacios de  intimidad, charlas interminables y favores especiales.

En una relación de dos no cabe una tercera persona con la misma intensidad emocional o parecida. Estar cerca de una, aleja de la otra.

Los celos están latentes, solo se necesita el escenario, la persona y la situación especial para que afloren.
Quien ha sentido celos ante una situación y persona específica ha respondido  a la infidelidad de su pareja o al temor de que ocurra. Distinto es para quien es inseguro, que no discrimina y generaliza los celos. En el segundo caso, es recomendable superarlos para que no deteriore su calidad de vida y la relación con su pareja.

Texto: Soraya Lara
Psicóloga / Terapeuta Familiar
Presidenta Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas, PACAM.