martes, 7 de noviembre de 2017

Las mujeres educan a los hijos. Ellas son las que crían a los machos.


Las mujeres educan a los hijos. Ellas son las que crían a los machos


Pregunta lector: Para resolver el problema de la violencia creo que hay que prestar atención a la forma en que las mujeres educan a los hijos. Ellas son las que crían machos.

Lo que usted plantea parece ser un pensamiento generalizado en nuestro país. Es un prejuicio y una forma de desenfocar el problema atribuyéndole a la mujer la responsabilidad absoluta de un problema complejo con diferentes aristas.
Primero, tendríamos que tomar en cuenta las funciones básicas de protección, amor, cuidado, confianza y seguridad que una madre ofrece a sus hijos desde el nacimiento y durante toda su vida. Su relación es más cercana dada la vulnerabilidad e indefensión de los primeros años, sin diferenciar si es hembra o varón.


El padre, por presencia o ausencia, comunica una imagen parental y de masculinidad; sus comportamientos están condicionados por los estereotipos asignados y asumidos según la cultura o subcultura a la que pertenece, modelados a través de los roles.


La mujer y el hombre aprendieron a comportarse, a pensar y a relacionarse según los estereotipos aprendidos, naturalizados y justificados por la cultura, en la que se incluyen las creencias familiares, religiosas y aquellas que se construyen en una comunidad específica.


Los estereotipos masculinos son imágenes o ideas que se asumen como realidades y, por lo tanto, no son cuestionados. Dentro de estos se incluyen las conductas machistas cuyos roles se destacan por la supremacía frente a la mujer. Se creen con mayor poder, control y dominio sobre ella.


Son modelos que se transmiten de generación en generación. Los hijos los observan día a día en sus hogares y los incorporan como parte de su identidad femenina y masculina tradicionales.


Igual ocurre con los estereotipos femeninos, sólo que son definidos en oposición: dulzura, tolerancia, a renunciar a sus sueños, sobreponiendo las necesidades de los hijos y las parejas, sacrificándose por ellos.


También la mujer aprende de la cultura cuál es el estereotipo masculino que tiene que aceptar, que la condiciona a una relación asimétrica con su pareja, es decir, subordinada al hombre.

Este modelo que se convierte en un arquetipo de relación ajustado a los estereotipos.

La propuesta es modificar los estereotipos aceptados y promover relaciones más igualitarias, que eviten el carácter de explotación emocional, física, sexual y económica asumido por los maltratadores y que se justifican en el machismo.