Los celos
han estado presente en la evolución de las especies hasta la aparición
de la especie humana. Es prácticamente imposible no sentir celos cuando
está tan arraigado en nuestro código
filogenético.
Pere Estupinyá, en su libro La ciencia del sexo (2013) nos dice: ”Los
hombres estamos predeterminados a sentir celos ante la amenaza de una posible
infidelidad sexual”. Como humanos debemos reconocer, comprender y aceptar que
en un momento inesperado de nuestras
vidas podríamos sentir celos. Pueden aparecen ante situaciones que indiquen
que la estabilidad de una relación está
afectada por la presencia de factores ajenos que vulneran la intimidad
emocional. Nadie está a salvo de experimentarlos, por más que se oculten o se
controlen.
La teoría de la personalidad dice que existen
estilos distintos asociados a la historia de vida de cada persona, las
experiencias tempranas vinculadas a la crianza y el apego, y el entorno en el
que se desarrollan, lo que podría determinar un estilo de personalidad
paranoide, el que se caracteriza por la ideación de que la pareja le puede
engañar o traicionar en cualquier momento y con cualquier persona. Predomina la
desconfianza. No encuentran justificación alguna para acusar a la pareja de infidelidad. Los celos son constantes y
rondan permanentemente en sus pensamientos.
Encontramos en la consulta personas con conductas que rayan en la
patología, muestran dudas, cuestionan, persiguen, atacan a las
parejas exigiéndoles que confiesen sus amoríos con otras personas, sin que
existan evidencias. Un tipo de persona pueda darse cuenta del absurdo de su
comportamiento, pero expresan no poder
parar de pensar. Otras, muestran
pensamientos obsesivos e inflexibles al respecto.
Aparecen conductas como: revisar la ropa
interior y la cama buscando evidencias
de que la pareja se acostó con otra persona en su lecho. Las redes sociales son
chequeadas constantemente. Exigen claves. Aparecen sorpresivamente en lugares
de trabajo, en la universidad, en peluquerías, entre otros. Hacen preguntan
capciosas, con la expectativa de que la pareja se equivoque para atraparla. Se
mantiene el control, dado que se cree
que en algún momento será encontrada la
evidencia. Otros comportamientos suelen aparecer, generando angustia y ansiedad, tanto en quien
cela como en la persona celada.
Los celos pueden volverse obsesivos y cíclicos
con una pauta y secuencia determinada.
No se dan al azar. Aparece una supuesta sospecha, se buscan evidencias, se
interroga, se revisa y luego se explota.
Luego, sobreviene temporalmente un espacio de calma aparente, caracterizada por
pensamientos no expresados, reciclándose el comportamiento celoso.
Una persona en la consulta expresó: "No la
celo con nadie en particular, pero sí contra todo el mundo". La persona
que sufre de este tipo de celos se
siente atrapada en sí misma, reconoce el absurdo, pero dice no poder parar.
Expresa que sus pensamientos le atormentan.
Cree que
toda persona que se acerca a su pareja es un potencial rival, teme que le
guste. Denota una gran inseguridad y una angustia terrible ante el temor de
perder su amor. Teme que su pareja se
enamore y le abandone. Este tipo de celos puede llevar a la persona celosa a
cometer actos de ira, de violencia e incluso terminar con la vida de la pareja.
No toleran la separación y no conciben su vida sin la otra persona. Estos celos
responden a rasgos de personalidad, inseguridad y dominación que intensifican el control hacia
la pareja.
Es probable que las personas con este tipo de comportamientos sufrieran abandono por parte en su infancia
de sus progenitores, maltrato infantil, incluyendo la negligencia emocional y
otras experiencias que lesionaron la seguridad y la confianza básica.
En otro sentido, nos encontramos con personas
que podrían mostrar celos temporalmente ante los cambios de comportamientos de la pareja
que podrían evidenciar pérdida de
interés, distancia afectiva, bajo involucramiento en las actividades de las
parejas, denotando falta de compromiso e indiferencia sexual. La infidelidad no
se ve, pero se siente, dice Walter Riso.
Toda relación posee en sí misma pautas
establecidas y reguladas por un
mecanismo interno llamado homeostasis conyugal, que se manifiesta a través de
la expresión afectiva, tiempo juntos, rituales, rutinas códigos sexuales y
creencias compartidas, que si se alteran mínimamente, provocan en el otro un
estado de alerta. El clima emocional sutilmente es afectado, provocando una
reacción intensa en el otro que lo percibe.
En primera instancia puede pasar desapercibido,
pero si continua la alteración de la
homeostasis, aparecerá la conducta de sospecha. La duda se acrecienta, los
cambios se hacen más evidentes y dolorosos para la persona que percibe el
distanciamiento, la frialdad y la
ausencia del otro. En la medida en que el equilibrio se altere, se intensifica
la reactividad generando un malestar emocional que puede conducir a diferentes
respuestas de celos.
Se levanta la sospecha, en consecuencia aparece
el imperativo de saber lo que ocurre y hacia dónde se está dirigiendo la
atención de la pareja. Quien duda y sospecha quiere saber la verdad. En esta
fase la persona quiere develar lo qué está ocurriendo y está dispuesta a
averiguar. Si no aparece una respuesta segura y confiable la reactividad
aumentará. Aquí no estamos hablando de celos enfermizos sino de un celo como
consecuencia ante una amenaza de una infidelidad.
Hoy día hablamos de infidelidad emocional, la
que no implica necesariamente una infidelidad sexual, pero que genera las
mismas respuestas. Igualmente, se hace insoportable que se dirija mayor atención hacia una tercera persona distinta a
la pareja con la que se compartan espacios de
intimidad, charlas interminables y favores especiales.
En una relación de dos no cabe una tercera
persona con la misma intensidad emocional o parecida. Estar cerca de una, aleja
de la otra.
Los celos están latentes, solo se necesita el
escenario, la persona y la situación especial para que afloren.
Quien ha sentido celos ante una situación y
persona específica ha respondido a la
infidelidad de su pareja o al temor de que ocurra. Distinto es para quien es
inseguro, que no discrimina y generaliza los celos. En el segundo caso, es
recomendable superarlos para que no deteriore su calidad de vida y la relación
con su pareja.
Texto: Soraya Lara
Psicóloga / Terapeuta Familiar
Presidenta Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas, PACAM.
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