martes, 22 de septiembre de 2015

Celos: ¿Justificados o infundados?

Los celos  han estado presente en la evolución de las especies hasta la aparición de la especie humana. Es prácticamente imposible no sentir celos cuando está  tan arraigado en nuestro código filogenético.
Pere Estupinyá, en su libro  La ciencia del sexo (2013) nos dice: ”Los hombres estamos predeterminados a sentir celos ante la amenaza de una posible infidelidad sexual”.  Como humanos  debemos reconocer, comprender y aceptar que en  un momento inesperado de nuestras vidas podríamos sentir  celos.  Pueden aparecen ante situaciones que indiquen que la estabilidad de una relación está  afectada por la presencia de factores ajenos que vulneran la intimidad emocional. Nadie está a salvo de experimentarlos, por más que se oculten o se controlen.

La teoría de la personalidad dice que existen estilos distintos asociados a la historia de vida de cada persona, las experiencias tempranas vinculadas a la crianza y el apego, y el entorno en el que se desarrollan, lo que podría determinar un estilo de personalidad paranoide, el que se caracteriza por la ideación de que la pareja le puede engañar o traicionar en cualquier momento y con cualquier persona. Predomina la desconfianza. No encuentran justificación alguna para acusar a la pareja  de infidelidad. Los celos son constantes y rondan permanentemente en sus pensamientos.

Encontramos en la consulta  personas con conductas que rayan en la patología,  muestran  dudas, cuestionan, persiguen, atacan a las parejas exigiéndoles que confiesen sus amoríos con otras personas, sin que existan evidencias. Un tipo de persona pueda darse cuenta del absurdo de su comportamiento,  pero expresan no poder parar de pensar.  Otras, muestran pensamientos obsesivos e inflexibles al respecto.  
Aparecen conductas como: revisar la ropa interior  y la cama buscando evidencias de que la pareja se acostó con otra persona en su lecho. Las redes sociales son chequeadas constantemente. Exigen claves. Aparecen sorpresivamente en lugares de trabajo, en la universidad, en peluquerías, entre otros. Hacen preguntan capciosas, con la expectativa de que la pareja se equivoque para atraparla. Se mantiene el control, dado que se  cree que en  algún momento será encontrada la evidencia. Otros comportamientos suelen aparecer,  generando angustia y ansiedad, tanto en quien cela como  en la persona celada.
Los celos pueden volverse obsesivos y cíclicos con una pauta  y secuencia determinada. No se dan al azar. Aparece una supuesta sospecha, se buscan evidencias, se interroga, se revisa y luego  se explota. Luego, sobreviene temporalmente un espacio de calma aparente, caracterizada por pensamientos no expresados, reciclándose el comportamiento celoso.

Una persona en la consulta expresó: "No la celo con nadie en particular, pero sí contra todo el mundo". La persona que sufre de este tipo de celos  se siente atrapada en sí misma, reconoce el absurdo, pero dice no poder parar. Expresa que sus pensamientos le atormentan.
 Cree que toda persona que se acerca a su pareja es un potencial rival, teme que le guste. Denota una gran inseguridad y una angustia terrible ante el temor de perder  su amor. Teme que su pareja se enamore y le abandone. Este tipo de celos puede llevar a la persona celosa a cometer actos de ira, de violencia e incluso terminar con la vida de la pareja. No toleran la separación y no conciben su vida sin la otra persona. Estos celos responden a  rasgos de personalidad,  inseguridad y   dominación que intensifican el control hacia la pareja.

Es probable que las personas  con este tipo de comportamientos  sufrieran abandono por parte en su infancia de sus progenitores, maltrato infantil, incluyendo la negligencia emocional y otras experiencias que lesionaron la seguridad y la confianza básica.

En otro sentido, nos encontramos con personas que  podrían mostrar  celos temporalmente ante  los cambios de comportamientos de la pareja que podrían  evidenciar pérdida de interés, distancia afectiva, bajo involucramiento en las actividades de las parejas, denotando falta de compromiso e indiferencia sexual. La infidelidad no se ve, pero se siente, dice Walter Riso.

Toda relación posee en sí misma  pautas  establecidas y reguladas por  un mecanismo interno llamado homeostasis conyugal, que se manifiesta a través de la expresión afectiva, tiempo juntos, rituales, rutinas códigos sexuales y creencias compartidas, que si se alteran mínimamente, provocan en el otro un estado de alerta. El clima emocional sutilmente es afectado, provocando una reacción intensa en el otro que lo percibe.
En primera instancia puede pasar desapercibido, pero  si continua la alteración de la homeostasis, aparecerá la conducta de sospecha. La duda se acrecienta, los cambios se hacen más evidentes y dolorosos para la persona que percibe el distanciamiento, la frialdad y  la ausencia del otro. En la medida en que el equilibrio se altere, se intensifica la reactividad generando un malestar emocional que puede conducir a diferentes respuestas de celos.

Se levanta la sospecha, en consecuencia aparece el imperativo de saber lo que ocurre y hacia dónde se está dirigiendo la atención de la pareja. Quien duda y sospecha quiere saber la verdad. En esta fase la persona quiere develar lo qué está ocurriendo y está dispuesta a averiguar. Si no aparece una respuesta segura y confiable la reactividad aumentará. Aquí no estamos hablando de celos enfermizos sino de un celo como consecuencia ante una amenaza de una infidelidad.
Hoy día hablamos de infidelidad emocional, la que no implica necesariamente una infidelidad sexual, pero que genera las mismas respuestas. Igualmente, se hace insoportable que se dirija mayor  atención hacia una tercera persona distinta a la pareja con la que se compartan espacios de  intimidad, charlas interminables y favores especiales.

En una relación de dos no cabe una tercera persona con la misma intensidad emocional o parecida. Estar cerca de una, aleja de la otra.

Los celos están latentes, solo se necesita el escenario, la persona y la situación especial para que afloren.
Quien ha sentido celos ante una situación y persona específica ha respondido  a la infidelidad de su pareja o al temor de que ocurra. Distinto es para quien es inseguro, que no discrimina y generaliza los celos. En el segundo caso, es recomendable superarlos para que no deteriore su calidad de vida y la relación con su pareja.

Texto: Soraya Lara
Psicóloga / Terapeuta Familiar
Presidenta Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas, PACAM.





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