jueves, 22 de mayo de 2014

Consultorio de familia

La relación vinculante de la madre, en unión con el padre, representa la función de cooperación para el cuidado, protección, seguridad y apoyo en el desarrollo de los hijos.
Hay que asumir que el enlace biológico ocurre en el acto o proceso de la unión del óvulo y el espermatozoide para la creación de una nueva vida. En el útero materno la criatura es cuidada y alimentada.
Luego del nacimiento, la madre puede ser otra diferente a la madre biológica. Sin que vaya en detrimento de la madre biológica, puede ser una madre adoptiva o sustituta, quien prodigue los mismos cuidados o mejores que la madre que ha llevado la criatura en su vientre.
Creer que solo se es madre o buena madre bajo el designio biológico cerraría las puertas a muchos niños que han perdido madres biológicas a consecuencia de abandono, hijos huérfanos de padres fallecidos en guerras, de madres fallecidas por enfermedad, que mueren en el parto, entre otras situaciones.
Atarse al vínculo biológico, a la no concepción natural de una criatura hundiría a muchas mujeres en la frustración, limitando su anhelo de ser madres, limitando el instinto maternal, que más que mera entidad biológica, consiste en una serie de conductas dirigidas a amar, cuidar, proteger y estimular la autonomía de los hijos.
Cuantas mujeres son infelices en pensar que no son o no serán madres biológicas, quedando atrapadas en este imperativo, sin pensar que igualmente pueden gozar y disfrutar de la maternidad de igual o mejor manera que una madre biológica.
En otro orden, las mujeres que deciden no tener hijos no son comprendidas, sino, muchas veces atacadas. No se suele aceptar que hay mujeres que pueden elegir no ser madres. Se les acusa, equívocamente, de patológicas, como si de obligación se tratara.
Cada mujer tiene derecho a ejercer o no la maternidad. Determinadas mujeres deciden desarrollar su vida en base a otros proyectos.
Sin embargo, el prejuicio a vencer es la obligatoriedad de la maternidad como imperativo biológico.
La libertad de elegir ser madre es un acto personal, individual e íntimo. Da igual que sea por naturaleza o por adopción.
Ganamos más en aceptar la variabilidad existente entre las mujeres y sus múltiples opciones, que manteniendo prejuicios arcaicos.
Más vale una mujer decida a ser madre y ser bientratante, que una madre maltratadora.
Envíe sus preguntas a soraylacaf@hotmail.com

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